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Jesús Pulido Pino, Huelva (España). Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, es redactor de deportes en el canal de tv CNH. En lo personal, muy, muy, muy aficionado a la música (la de verdad, nada de petardadas tipo OT o capulladas por el estilo), al deporte y a la literatura. De carácter inquieto y desenfadado, podría definirse, parafraseando a un compañero bloggero, como "más jaranero que cofrade". A través de estas Crónicas Choqueras podrán ir comprobando las variopintas inquietudes de esta extravagante criatura.

Agenda cultural

Exposición de Jesús Zurita en el Museo
El artista ceutí expone 'Destemplanza' en la sala siglo XXI. La exposición, que está integrada por doce lienzos de diferentes tamaños, entre los que predominan los cuadros de gran formato, podrá visitarse hasta el 15 de febrero.
La historia de la emigración gallega
El Centro de Día para Personas Mayores Mora Claros de Huelva reabre su agenda cultural con una exposición fotográfica itinerante sobre la emigración gallega titulada 'Nós mesmos'.
Como quiera que te llames, seas de donde seas, pienses lo que pienses sobre el tema que se te ocurra, aquí tienes un espacio de libre opinión sobre este recóndito lugar de la galaxia llamado Huelva

viernes, 13 de febrero de 2009

Hablemos del milenarismo



Quizás los más jóvenes no recuerden aquel gran momento de la televisión proporcionado por uno de los más grandes dramaturgos y pensadores que ha dado jamás este país. "Hablemos del milenarismo, cojones ya. Estamos hablando del apocalipsis y hablemos del milenarismo. El milenarismo va a chegaaaaaaaaar". La frase pertenece al gran Fernando Arrabal, máximo exponente del teatro pánico del siglo XX, que en medio de un programa cultural dirigido por Fernando Sánchez Dragó y lleno de escritores y filósofos se descolgó con frases de este tipo a consecuencia de una tajadilla previa. Hasta un pedo regaló Arrabal a la audiencia.

Pero, por mucho que las imágenes hagan difícil una defensa de Arrabal, lo cierto es que a este país imbuido por la aculturación televisiva y por la inopia intelectual le hace falta unos cuantos "locos" como Arrabal que sean capaces de poner patas arriba la escena cultural de este país. Desterrado en Francia desde 1955, la dictadura privó a España de la presencia de un hombre cuyo arte reside en la provocación, en la capacidad de no dejar indiferente.

Los que tuvimos la suerte de leer algunas de sus obras en la facultad pudimos comprobar la vigencia de los temas tratados hace más de 40 años en títulos como El arquitecto y el emperador de Asiria (1966) o El cementerio de automóviles (1959). Tremendamente lúdica, rebelde y bohemia, su obra es el síndrome de nuestra época de alambradas: una forma de mantenerse alerta.

En estos tiempos de oscuridad que nos amenazan, hace falta que le echemos imaginación al asunto y seamos capaces de ver las miserias de nuestra sociedad. Así que, por una vez, hagamos caso a Fernando Arrabal. Estamos hablando mucho de apocalipsis. Hablemos de milenarismo, cojones ya.

Hay que matar al mensajero


Los que hemos elegido esta bella pero muchas veces ingrata profesión del periodismo nos hemos acostumbrado a vivir con una realidad que, al menos en mi caso, no estoy dispuesto ni a aceptar ni a asumir. La culpa no siempre es del mensajero, por mucho que se empeñen aquellos que están habituados a cagarla públicamente y que luego tratan de rectificar y lavar su imagen echándole toda la mierda al transmisor del asunto.

No seré yo quien se ponga en plan corporativista cegado para defender a todo periodista por el mero hecho de serlo, o de jugar a serlo. Pero no estoy dispuesto a aceptar que siempre nos equivocamos los mismos, que somos siempre los malos de la película y que los supuestos pobres agraviados son sólo víctimas en manos de las perversas mentes de esos depravados que se llaman periodistas (que haberlos haylos. Si no, pregunten en El Mundo por su director, Pedro Jeta Ramírez).

Pero todas las cuitas surgidas en este sentido en torno a la política, el deporte, la cultura o cualquier otro ámbito periodístico se quedan en pañales con el asunto que me ha llevado a escribir sobre esto. Porque en medio de las acusaciones de espionaje, montajes varios y donde dije digo, digo diego, hay periodistas que siguen viviendo bajo amenazas o incluso mueren por el simple hecho tratar de ejercer su profesión libremente.

El último ejemplo ha llegado de China. Según publica http://www.prnoticias.com/, el Gobierno de China anuncia una lista negra de periodistas, dando un paso más en su control estricto sobre la prensa del país. Hasta ahora, la represión era la forma de control más extendida en China, una manera de infundir el temor entre los periodistas para dar lugar a la autocensura, sin que eso signifique que el Gobierno se olvidase de la censura previa. Pero ahora no sólo veta información, también profesionales.

El Gobierno chino va a ‘fichar' a aquellos periodistas que cuestionen la consigna o intenten saltarse la censura. Estos profesionales pasarán a formar parte de una base de datos oficial que según el Gobierno recoge a aquellos que adopten ‘conductas profesionales malsanas'.

Los 'fichados' no podrán trabajar en las redacciones. De acuerdo con la Administración General de Prensa y Publicaciones, encargada de marcar las normas que rigen sobre los medios chinos, ‘la gente que entre en la lista de transgresores quedará excluida de los trabajos de redacción y edición informativa', según recoge hoy China News Service. El motivo que argumenta este organismo para dar semejante paso atrás en el derecho a la libertad de informar y recibir información, es que trata de acabar con las noticias falsas.

China es el país con más periodistas presos por ejercer su profesión, con un total de 28 encarcelados en 2008. Su caso es paradigmático para algunos países asiáticos como Vietnam, Birmania, Tailandia y Malasia, que están importando su modo de controlar la prensa, lo que es aún más preocupante. China ha demostrado que aunque el mundo esté mirando puede seguir ejerciendo su control, tal y como recoge el último informe ‘Attacks on the Press' del CPJ (Comité para la Protección de los Periodistas).

Como véis amigos, se vuelve a repetir la frase 'Hay que matar al mensajero'. En este caso, y por desgracia, prácticamente con visos de realidad.

jueves, 5 de febrero de 2009

Manifiesto desastre


No, no os austéis que no voy a cansaros con otra soflama como la anterior. Sólo es el título del nuevo disco de Nacho Vegas. Un artista digno de ser conocido por el gran público y que, desde su carácter introvertido de artista indie, ha huído siempre de las mayorías. Por suerte, su buen hacer va teniendo cada vez mayor trascendencia. Aquí adjunto una crítica de su último concierto en Madrid.


Nacho Vegas y los parecidos razonables

Messi no es Maradona y Nacho Vegas no es ni Cohen ni Dylan, pero todos tienen un parecido razonable. El asturiano llenó en Madrid por segunda noche (también lo ha hecho en Barcelona) para presentar su Manifiesto desastre. Con esta nueva entrega, Nacho, vuelve a la soledad tras sus discos y giras con Bunbury, Rosenvinge y Pereda. Su nuevo álbum es toda una joya que defendió con intensidad y amplitud en Madrid. Arrancó el espectáculo con La plaza de la soledad para adentrarse luego en sus nuevas canciones. Detener el tiempo presentó a una Nacho tímido que no habló hasta llegar a la novena canción. Vestía un sobrio traje gris, guitarra acústica. A su lado Luis Rodríguez al bajo, Molina a la batería y cajón, Abraham a los teclados y Pereda con la eléctrica. Juntos parapetan un cancionero tan brillante como poético.

Dry Martini S.A despertó al respetable, este nuevo single no ha tardado en incorporarse a la lista de joyas de Vegas, igual que Miss Carrusel o el El tercer día. Luego se quedó solo en el oscuro escenario. Él tan hierático como Dylan cuando tocaba la guitarra. En la oscuridad susurró y berreó Ocho y medio, probablemente una de las canciones más lindas compuestas en castellano que en el silencio y la soledad se acompaña con la lluvia que golpeaba el tejado del teatro. Con una buena parte del nuevo disco presentado, Vegas recuperó algunas de las canciones que compartió con Bunbury en El tiempo de las cerezas. Días extraños y Secretos y mentiras, son dos excelentes composiciones que bien reflejan la temática del autor.
La noche iba llegando a su fin con una creciente intensidad. Morir o matar es otra de las grandes composiciones del nuevo disco, una canción sincera, que bien puede componer un mapa del fracaso sentimental y del enfrentamiento por la supervivencia de las relaciones. Cerró el espectáculo con la sublime Canción de Michi Panero, una de sus banderas más aplaudidas. Se despidió, hubo aplausos, palmas, gritos, silbidos. Regresó. Afrontó la tanda de bises con la sorprendente Añada de Ana la friolera y se despidió con la hermosa Nuevos planes idénticas estrategias. Nacho Vegas hacía una reverencia en el centro del escenario y se marchaba. Todavía le queda una cita en Madrid, otra noche en sala, otra noche y se le van quedando pequeñas.

Un poquito de amor en tiempos de guerra

Hace poco he escuchado de nuevo en mi rayado CD del Freak Show de Bunbury la frase "un poquito de amor en tiempos de guerra". Esta frase que Enrique dice justo antes de los primeros acordes del tema Gang Bang, que canta junto al autor del mismo, Nacho Vegas, me parece nunca mejor traída para los tiempos que corren.
El insomnio y la música son dos buenas excusas para que la mente funcione o para que uno se plantee las cosas desde un punto de vista más filosófico. He llegado a la conclusión de que la crisis económica que atraviesa el mundo ha desenmascarado definitivamente la mierda de sociedad en la que vivimos.
Más allá de una crisis financiera, el actual panorama internacional desvela que estamos inmersos en una auténtica crisis social y, probablemente, ante la fase final de una amplia etapa de la historia marcada por el capitalismo.
No sé qué va a pasar cuando la tormenta se calme -veremos cuándo- ni cómo va a salir el mundo de ésta, pero lo que me parece que está cada vez más claro es que algo importante habrá cambiado.
Lo peor es que, a pesar de todo, los pobres seguirán siendo pobres. Los ricos, ya veremos. Al menos los pobres tienen la esperanza de alcanzar la felicidad, y no tienen mejor tesoro que la fuerza de la propia esperanza. Los ricos no sueñan con alcanzar la felicidad, sólo intentan comprarla, acabar con el problema con un pase de Visa Oro. La idea tiene un eslogan: la felicidad no se compra. Para todo lo demás, Mastercard.
La política ya no ofrece soluciones, el capital ha agrandado aún más las diferencias y en las aulas no se inculcan valores, sólo se enseña a ser competivos.
El sentido comercial de las cosas lo ha invadido todo, incluso las manifestaciones antropológicas más primitivas. En la música o en la literatura el gran público apuesta más por lo que se le vende a base de machaqueo en la tele y en la radio que por aquello que realmente tiene interés.
Por suerte, en medio de este inmenso océano de intrascendencia y de mierda comercial que sólo sirve para adormecer mentes, queda un oasis de gente que está dispuesta a seguir demostrando que a través de una canción, de unas líneas, de un reportaje, de un cuadro o de una película, se puede aportar algo a la sociedad, hacer que la vida de la gente sea mejor. O lo que es lo mismo, conseguir que alguien se emocione.
Por eso, la frase del principio cobra en estos tiempos mayor importancia si cabe. En una época decadente como ésta, en la que ni el dinero ni las armas salvarán al mundo, siempre nos queda la esperanza del amor. Por eso os invito a todos a que hagamos caso a Enrique y entre todos le pongamos al mundo un poquito de amor a estos tiempos de guerra.